En Cataluña los conversos eran en menor proporción, dado que el elemento judaico había bajado mucho desde las matanzas y saqueos de 1391 - por ejemplo, en Barcelona desaparecieron los mercaderes judíos y casi todos los judíos salieron cuando el edicto de expulsión. Andreu Belanguer y Merinos, bibliotecario de Barcelona dio la lista nominal de fecha 4 de marzo de 1392, de 129 de judíos bautizados. Esta menor proporción de conversos en Cataluña hizo que no hubiera cruzamientos con la nobleza y que los nobles catalanes blasonaron de una limpieza de sangre que no podía ostentar gran parte de la alta nobleza española, muy cruzada con los conversos.

A mediados del mes de octubre del año 1608, el Virrey de Cataluña, duque de Monteleón, se dirige a las autoridades locales de los valles pirenaicos a fin que tomen cartas en el hecho de que distintas familias judaicas se encaminan a Francia. El Virrey insiste a aquellas autoridades para que vean la forma, causas y motivos de tal desplazamiento, hacia qué lugares se encaminan, qué índole de documentos llevan tales emigrantes.

Por los valles altos de Pirineo, singularmente por Andorra fueron muy frecuents las infiltraciones de hugonotes, los cuales perpetraron diferentes vandalismos en las iglesias de aquellos valles fronterizos. Es probable que dichos elementos conversos vieran muy precaria su permanencia en la península, temían nuevas complicaciones y se adelantaron hacia Francia a través del Pirineo Central.

Para considerar el papel cultural desempeñado por los judíos , y sobre todo, por los judíos catalanes en la Edad Media, basta recordar los conocimientos existentes en la época en Europa.

Una de las primeras consecuencias negativas de la invasión romana en el Oriente fue la devastación de las bibliotecas y la aniquilación de la vida espiritual.

Las pocas bibliotecas particulares creadas en Roma fueron devastadas por los incendios en época de Titus y Nerón.

La invasión bárbara ahondó esta noche espiritual que dominaba la Europa medieval.

El cristianismo, al alba de su constitución como ideología aspirando a universalidad, derrocaba los templos paganos y a la vez las colecciones de sabiduría de sus bibliotecas. Los obispos proscribían los libros paganos.

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Bibliografía consultada







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