El papa Gregorio el Grande hizo quemar la biblioteca del Palatino. Isidoro de sevilla, considerado como uno de los obispos más sabios de la Edad Media, vedaba a los clérigos la lectura de los libros paganos. La instrucción se limitaba al conocimiento de la misa, del texto de la Vulgata y de escritos de los Padres de la Iglesia.

Desde la invasión de los bárbaros hasta la época de Carlo Magno la ignorancia se apoderó enteramente de Europa. No habían ni manuscritos, ni copistas.

El conocimiento del árabe y hebreo fue la llave con la que se abrieron las puertas de la cultura en Occidente. Esta llave la poseían los judíos españoles instruídos en las escuelas talmudicas como también en la mezquita, truhamanes del rey y a la vez traductores del griego y latín.

España de la Biblia Políglota y de la escuela de traductores de Toledo, de los astrólogos árabes y de los médicos judíos constituyó el primer núcleo europeo de cultura.

Se deben a los rabinos medievales las traducciones de los escritos científicos del tiempo del árabe al hebreo y arameo, del griego al árabe, del hebreo al latín.

Los rabinos eran los más adiestrados en los idiomas difundidas entre los árabes. En el siglo XIII Salomón Ben Adret señalaba el olvido del hebreo en los judíos catalanes a favor del latín.

La obra científica y cultural de los judíos catalanes tiene un peso considerable en la historia del judaísmo en la Península Ibérica y , todavía hoy, es estudiada y honrada.

Entre los autores de la cultura hebrea que dio Cataluña destacan algunos de los más grandes:

Abraham bar Xija (Barcelona siglos Xi-Xii) que cultivó la astronomía, la geometría, la filosofía y la exégesis, y que fue el primero que empleó el hebreo en vez del árabe para la filosofía y las ciencias. Su obra ayudó a difundir la ciencia de los árabes por todo el mundo occidental.

Abraham ben Hasday (Barcelona, siglo Xii) que fue el autor de una versión del árabe al hebreo(con el título"El príncipe y el monje") de la leyenda de Barlaam y Josafat, de la que se han llevado a cabo muchísimas ediciones a lo largo de los siglos. Constituye una obra capital de la literatura hebrea medieval.



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